30 abril 2010

Lorena

·




Estava escrit en els marges dels seus somnis

i en els peus de pàgina de la seva foscor,

que la noia dels ulls d'hivern,

entre llençols d'una irrealitat efímera

em recordaria en aquella nit d'abril sense primavera.








(Pintura: "Paola", David Lara, Mexico 2003)

Silencios

·






Hoy me di cuenta

que las paredes de mi casa

viven desnudas,

pero tampoco hago nada

por darles abrigo.


Solo las contemplo

y me compadezco de ellas,

abandonándolas

con el más absoluto y cruel

de mis silencios.







(Pintura: "El silencio o la muerte de Gilliat", David Lara, Mexico 2003)

28 abril 2010

Soy sin mí

'



Soy,

pero sin mí.



Lloro sin lágrimas,

grito sin voz,

me cabreo sin rabia,

miro sin ver,

duermo sin sueños,

y suspiro sin versos.



Y sin embargo,

es solo esta maldita indiferencia

lo que consigue dejarme sin vida.






(Pintura: "Perpetuo delirio", David Lara, 2000)

27 abril 2010

{ ... }




{ … }


Hoy las palabras sobran. O faltan. O qué sé yo.


26 abril 2010

Veinte


Siete. Quince. Veinte.

Apenas siete minutos después de haber despegado de Bogotá, el ruido del motor del vuelo 0532 de Avianca destino a Barranquilla se cuajó por los disparos descontrolados de una ametralladora. Quince de aquellas balas acabaron con la vida del entonces candidato presidencial de Alianza Democrática M-19 (ADM-19), Carlos Pizarro, en un avión plagado de escoltas del departamento de inteligencia. Cuando el sicario, Gerardo Gutiérrez Uribe, fue reducido y ya se había rendido ante los guardaespaldas, uno de ellos le asestó un tiro mortal en la frente. Fue un 26 de abril de 1990. Veinte años después, las sombras aún pululan por un atentado que pretendía dinamitar el proceso de paz iniciado aquellos años, y cuyos detalles permanecen entre interrogantes e incógnitas que no pudieron, ni quisieron, ser despejadas.


Tres. Dos. Uno.

La muerte de Carlos Pizarro, aspirante presidencial y ex líder guerrillero del desmovilizado Movimiento 19 de Abril (M-19), cerró una funesta tríada de crímenes contra candidatos en una campaña presidencial sobre la que siempre pesará el vergonzoso título de ser la más violenta de la historia de Colombia. Antes que él, el candidato liberal Luis Carlos Galán, en agosto de 1989, y el de la izquierdista Unión Patriótica, Bernardo Jaramillo Ossa, en marzo de 1990, alcanzaron el mismo sangriento destino que Pizarro en una macabra cuenta atrás. Magnicidios que tuvieron un denominador común: las escasas medidas de seguridad para proteger a los candidatos presidenciales, cuya escolta corría a cargo del Departamento Administrativo de Seguridad, la central de inteligencia colombiana.


Ayer. Hoy. Mañana.

Ningún fallo en la seguridad del candidato Pizarro ni en la muerte del sicario por parte de los escoltas. Así se cerró, cuatro meses después, la investigación interna del DAS sobre el atentado. No obstante, en 2001, el jefe paramilitar Carlos Castaño reconoció en un libro haber ordenado el crimen de Pizarro y haber entrenado al sicario encargado de su muerte. Nuevas pruebas, documentos y testimonios vinculan ahora supuestamente a funcionarios del DAS con aquel asesinato, entre ellos a los entonces director general Miguel Maza Márquez, el jefe de inteligencia del DAS Alberto Romero y al detective Jaime Ernesto Gómez Muñoz, quien disparó al autor del atentado en el avión. Y por tal de que el asesinato no prescriba, ha sido declarado crimen de lesa humanidad, para así permitir que la investigación pueda por fin salir adelante, dos décadas después. A partir de ahora, y tras veinte años ignorando un crimen envuelto en sombras, la Justicia colombiana tiene la oportunidad de resolver aquel caso. Porque como dijo Carlos Pizarro en su último discurso en 1990 antes de ser asesinado: "Hemos tropezado una y otra vez con la paz. Veinte años después, avanzamos por ella".

Veinte.




(La noticia completa de EFE, aquí)

25 abril 2010

Y qué más da



Cierra los ojos.



Ábrelos.





Qué más da,

si todo estará siempre igual de oscuro.


Tú lo sabes bien, no te engañes. No eres más que ese grito ahogado que nadie escucha. Esa lágrima solitaria que se secó antes de nacer. Una mirada vacía que no encuentra su razón de ser, una sombra sin forma, una lluvia inútil que no moja por mucho que insista en atormentarse. Y qué más da, pues por mucho que lo intentes, todo seguirá igual de oscuro. ¿Sabes qué?



Cierra los ojos.


Y no vuelvas a abrirlos.





(Pintura: "Autoritratto oscuro", David Lara, 2009)

23 abril 2010

Miradas en blanco y negro en una Colombia teñida de rojo


Con los incómodos disparos de su cámara como única arma, el fotoperiodista colombiano Jesús Abad Colorado trata de destapar con una mirada en blanco y negro esa Colombia teñida de rojo por el conflicto interno que la desangra, ese "espejo roto" al que ciudadanos, medios y políticos parecen no querer mirar. Una guerra en la que confluyen guerrilla, Ejército, narcotraficantes y paramilitares, oculta bajo el velo de la banalización de los medios, el silencio de los gobernantes y el agotamiento de la ciudadanía, que enmudecen los gritos de desesperación de miles de colombianos salpicados a diario por el conflicto armado. Sin embargo, como en una de sus fotografías, Abad es esa niña de mirada descarada que observa directamente a la cámara a través de un agujero de bala en uno de los cristales de la ventana de su casa.


"Creo que el dolor de los desplazados, de las masacres y de tanta tragedia que vivió Colombia saturó de alguna manera a la gente, no querían ver más", dice Abad. "Pero cuando uno tiene la posibilidad de mirarse en el espejo que ha dejado la guerra, un espejo roto que nos está reventando en la cara, ve eso enfrente y todo el dolor que ha producido, yo creo que debe preguntarse: quiénes nos han gobernado y han permitido que esto llegue hasta aquí?".


Dieciséis años de imágenes en blanco y negro para hacer reflexionar a los colombianos, pues fue precisamente esa carencia de reflexión y de análisis lo que le llevó a abandonar el periodismo en los medios de comunicación e iniciar un camino en solitario con el fin de detenerse a "narrar", a estar "al lado de los que más han sufrido". Y es que triste de que los periodistas olviden su profesión y se limiten a acusar a narcotraficantes, guerrilleros y paramilitares como únicos causantes del conflicto, Abad se pregunta cuál es la responsabilidad del Estado y los políticos, impunes en un país en que "periodismo y poder van de la mano". "Lo que hago -recalca- es documentar los hechos desde todas sus caras y facetas, no para decir quién es peor o quién es mejor, sino para mostrar los efectos perversos que tiene la guerra sobre la vida colombiana. El periodismo no es para ver solo con un ojo".


Por ello, con su cámara trata de reflejar todos los aspectos y consecuencias del conflicto, ya sea desde la más cruel de las muertes a la más esperanzadora de las sonrisas de un niño cuya familia sufre los efectos del desplazamiento forzoso, pero fotografiando siempre desde la ausencia de todo color, como si quisiera evitar cualquier desvío de atención y mostrar solo la realidad cruel de un conflicto que a veces se torna invisible, camuflado por esa Colombia que parece ser solo "pasión" según los medios y el Gobierno, pero que "más allá de cascadas, arco iris y bosques" oculta comunidades que son desplazadas y asesinadas a diario. "No es justo que la gente pierda el territorio y la vida con el silencio de los medios", lamenta este fotoperiodista de Medellín, que admite haberse sentido "muy solo", sobre todo por no poder llegar a muchos lugares en los que se debe contar lo que está sucediendo.


Cuando finaliza una de sus conferencias en el II Congreso Mundial de Trabajo Psicosocial en Desaparición Forzada, Procesos de Exhumación, Justicia y Verdad, que se ha celebrado estos días en Bogotá, un grupo de mujeres se acerca a Abad y le ruegan que acuda a Nariño, una de las regiones colombianas más azotadas por la guerra, para documentar las injusticias y atrocidades que ahí se están produciendo. Abad les entrega su contacto y les promete acudir lo antes posible para ayudar a destapar otro silencio más. En definitiva, para que el rojo invisible de Colombia se haga evidente en el blanco y negro de su mirada.


(La entrevista publicada completa, aquí, y el vídeo, aquí)


22 abril 2010

EFE en huelga


Primer día de las dos jornadas de huelga de EFE en España, con un 80% de seguimiento en general, un 94% en Barcelona. Pero mejor que explicarlo yo, os dejo a alguien con muchos más años subido al carro de esta agencia, compañero en la delegación de Barcelona. Y con el Lipdub de protesta que han hecho entre todos los trabajadores de la delegación.


"Duele que después de unos cuantos años de esfuerzos, de fines de semana dedicados a la causa, después de unos cuantos millones de palabras escritas entre todos, después de ilusiones enterradas y de sueños medicumplidos, un día te digan que todo eso de poco ha valido, que ahora habrá una nueva vuelta de tuerca, que esta vez no vamos a hablar de modelos de periodismo, sino de rebajas de sueldo, no de congelación, sino de tres años de sueldos menguantes. Parece que nadie recuerda que en los últimos años hemos perdido más de un 15 por ciento de poder adquisitivo y que de tanto esfuerzo, ya estamos agotados. En el fondo, habíamos venido aquí a escribir, a dedicar los mejores años de nuestra vida a la causa, pero parecen decididos a amargarnos la existencia.

La idea, la realización y el montaje del lipdub han sido cosa de Jose. Los extras hemos disfrutado como enanos. Cosas del multimedia.

En defensa de los trabajadores de EFE, en facebook."


21 abril 2010

Tipos y tipos de gente

Cuando eres Carola Solé, efebecaria en la delegación de Caracas, conoces a gente como Hugo Chávez y mantienes con él una conversación inverosímil de cuatro minutos mientras espera a Raúl Castro… y no te quitas la sonrisa de la cara en dos días...




Cuando eres Raquel Godos, efebecaria en la delegación de Bogotá, te presentan a tipos como Antanas Mockus y, sin casi tiempo a reaccionar, te lo vuelven a presentar por segunda vez… y no vuelves a dormir en dos semanas...




Y bueno… cuando eres Nacho Vidal y estás en Bogotá… simplemente corres a hacerte una foto con Àlex Cubero y tú mismo sostienes la cámara… y hasta te sorprendes de que, siendo efebecario, pueda ser tan humilde en persona.



...Tipos y tipos de gente, qué le vamos a hacer…

19 abril 2010

Escondite


Mi lugar favorito en esta esquina del mapa.


Lo más cerca que he estado jamás de las nubes. Un sitio desde el que mirar a tu alrededor y ver todo con cierta perspectiva, con la lejanía necesaria para interpretar y entender aquello que te rodea y, sobre todo, para descubrir que lo que tan enorme parece de cerca solo es una minúscula pieza más en el mosaico caótico de nuestras vidas, sin tanta importancia como solemos darle. Un rincón para observar(se), sentir(se) y escuchar(se). Al que visitar de vez en cuando, sin abusar. Ese escondite donde el silencio es una banda sonora tajada por las notas de mi pensamiento encorchetado.




Subir 3.152 metros sobre el nivel del mar, pasar junto al abarrotado templo, superar el regateo de las paradas de recuerdos y dejar atrás el intenso olor a carne de los puestos de comida. Caminar 300 pasos por la escarpada ladera hasta alcanzar la cima. Un mapa del tesoro hasta el punto más elevado del Cerro de Montserrate, con Bogotá esparciéndose a tus pies como el rastro de un tintero derramado que nadie se preocupó de recoger a tiempo y todos fueron pisoteando, hasta crear un hermoso pero grotesco paisaje. Desde ahí, las cosas dejan de ser como son o creemos que son. Incluso también nosotros mismos. Ser, en lugar de creer ser. Eso, la mayoría de veces, da pánico, incluso diría que demasiado.


Post scríptum: La chica de la segunda foto es Carola, ex compañera de EFE en Barcelona y ahora becaria en Caracas, durante su breve visita a mi escondite ultrasecreto. Quizá, ahora que lo conoce, deba eliminarla y hacer que parezca un accidente...

10 abril 2010

La Ola Verde


Antanas Mockus, el fulgurante ascenso de la vía alternativa en Colombia



Àlex Cubero

EFE Bogotá


Justo cuando los sondeos de cara a las elecciones presidenciales colombianas del 30 de mayo le sitúan en segundo lugar tras un fulgurante ascenso, el peculiar y excéntrico candidato del Partido Verde, Antanas Mockus, anunció que padece del mal de Parkinson, aunque en todo caso no afectaría a su capacidad de gobernar.


A punto de cumplir 58 años, el ex alcalde de Bogotá en dos periodos (1995-1997 y 2001-2003) se ha erigido en la vía alternativa a los hasta hace poco candidatos favoritos, el oficialista Juan Manuel Santos (Partido de la U) y Noemí Sanín (Partido Conservador), a la que ha desplazado del segundo lugar en intención de voto.


Filósofo y matemático de ascendencia lituana, este peculiar político, considerado un niño prodigio, es por su controvertida personalidad y su difícil carácter el candidato que a priori menos debería conectar con la ciudadanía colombiana.


Sin embargo, su eficiente y transparente gestión como alcalde de Bogotá y el haberse alzado como la "tercera vía" a la estela de la política de "seguridad democrática" del presidente Álvaro Uribe, le ha impulsado sorprendentemente no solo en los sondeos, sino también en redes sociales de Internet, como Facebook o Twitter.


Un salto en el que influyó la propuesta que hizo al ex gobernante de Medellín y candidato por el independiente Movimiento Ciudadano, Sergio Fajardo, para que sea su compañero de fórmula y candidato a vicepresidente por los Verdes.


Ambos políticos registraron elevados índices de popularidad en sus periodos como alcaldes de las dos principales urbes colombianas y recibieron numerosos reconocimientos internacionales.


Mockus empezó a ser conocido en el país cuando, siendo rector de la Universidad Nacional, se bajó los pantalones y mostró el trasero ante todo un auditorio, cuando unos estudiantes no le permitían seguir con su conferencia. Pese a que sus excentricidades abarcan también su boda en un circo montado en un elefante o agarrarse los genitales frente a una multitud, muchas de ellas responden al carácter didáctico que siempre impregnó su Alcaldía, con políticas muy creativas de fomento de la cultura ciudadana, basadas en la protección a la vida.


Así, se vistió de superhéroe para alentar a los bogotanos a ser "superciudadanos", acudía a su despacho en bicicleta y apareció en televisión enjabonándose en la ducha con el grifo cerrado, para fomentar el ahorro de agua. También llevó al palacio presidencial una espada de plástico para reclamar un mayor presupuesto y repartió millones de tarjetas amarillas o rojas para que los bogotanos calificaran, sin violencia, las actitudes de sus conciudadanos.


Ahora, como candidato presidencial en unas elecciones marcadas antes de su inicio por las luces y sombras de la "seguridad democrática" uribista, Mockus enarbola la bandera de la "legalidad democrática", basada en el "respeto de la ley", así como en la transparencia de sus anteriores gestiones.


Es este discurso sin tapujos y su política clara los que se han plasmado ahora en el reconocimiento público, ante varios medios de comunicación colombianos, de que padece un principio de mal de Parkinson, justo cuando los sondeos le eran más favorables y los médicos le recomendaron que no lo anunciara a sus electores.


Discreto en las primeras encuestas, Mockus pasó a ser a finales de marzo el tercer candidato en intención de voto, aunque lejos de poder acceder a la segunda vuelta en las elecciones, una posibilidad que se concretó esta semana, cuando dos sondeos revelaron que este filósofo ha desplazado a la ex canciller Sanín y ya acecha, a menos de cinco puntos, al ex ministro de Defensa Santos, el delfín de Uribe.


Se trata de la "Ola Verde", según definió él, sobre la cual surfea Mockus, en la que ni siquiera el golpe de viento en contra que puede suponer el anuncio de enfermedad que padece amenaza con tumbarlo en su decidido camino hacia la Casa de Nariño para dar un vuelco a la política colombiana.


06 abril 2010

Ellos

Atardecer en el aeropuerto de Florencia (Caquetá), en el sur de Colombia



Muchos de ellos se preguntaron por qué, cuando descendió del helicóptero militar brasileño, no echó a correr enloquecido hacia los brazos de su padre en aquel caluroso aeropuerto en mitad de la selva colombiana. Por qué no lloró, por qué no rió a carcajadas frenéticas de libertad tras el mayor de los cautiverios. Por qué, simplemente, no perdió el control de sus emociones en ningún momento, se cuestionaron ellos.


El profesor Moncayo, el sargento Moncayo, la hermana Moncayo. Todos demasiado gélidos, agarrotados. Los abrazó, sí, pero como si les hubiera visto dos días antes y no doce años atrás. Descendió del helicóptero de un salto rápido, claro, pero en seguida hizo señales a su padre para que calmara su carrera hacia él. Saludó uno por uno a todos sus familiares y amigos, obvio, pero con calma y mesura, sin escenas melodramáticas. No hubo excesos, en definitiva. Qué extraño, insinuaron ellos.


Y habló delante de ellos, sin miedo. Lo hizo controlando los blancos entre palabras y los negros entre silencios, escribiendo cada frase con una caligrafía perfecta. Sin estridencias, escogiendo cada idea como si la hubiera estado moldeando mentalmente durante años. Doce. Diciendo y callando con toda precisión, y rematando los finales de cada intervención con una sentencia abrumadora. No saben lo asombroso que es volver a ver civilización. Demasiado calculado, dijeron ellos.


¿Pero quiénes perdieron el control durante horas, peleándose a codazos por el espacio y por la mejor imagen del liberado?¿Quiénes buscaron los excesos en cada disparo, en cada toma, en cada conexión en directo?¿Quiénes escudriñaron cada uno de los abrazos para calcular niveles y grados de cariño?¿Quiénes basaron muchas de sus preguntas en la estupidez y en las cuestiones más ínfimas, dejando de lado lo esencial en busca de lo sensacional?¿Quienes fueron los realmente fríos en toda esta historia con aires de telenovela? Ninguno de ellos, por supuesto, tuvo el valor de plantearse alguna de esas preguntas.


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