[Fue su mirada]
Todos los que le rodeaban decían estar cargados de intenciones nobles, y posiblemente tengan razones para demostrarlo. Pero el peso de la política desgasta las miradas y resta profundidad a las palabras, que se secan hasta perder frescura y agrietarse. Las de esa senadora, las de aquella congresista, las del padre de otro soldado rehén desde hace ya más de una década. Pero no esa mirada, tan distinta, tan llana, tan vacía de intereses. Sin lágrimas de prime time, sin nada que ocultar. Solo repletas del deseo de abrazar a su hijo nuevamente. Un deseo incompleto en esta partida de ajedrez con jaques permanentes, pero sin un final claro más allá de las sangrientas tablas. Un deseo imposible, hasta ayer, cuando volví a acordarme de él, y de su mirada.
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