08 diciembre 2010

Clic

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Nunca me acostumbraré a hacer las maletas. Esa sensación extraña que supone desmontar el escenario que uno construye a su alrededor, ese mundo que uno va creando con el paso de los meses para sentirse un poco más en su sitio. Toca doblar la ropa, desnudar las estanterías de libros, arrancar las fotos de las paredes del cuarto, tirar a la basura cosas que he guardado con tozudez a lo largo del año -a sabiendas que no se regresarían conmigo a final de esta aventura-, pero también encontrar aquellas que creía imprescindibles traer al inicio de este viaje -pero que curiosamente no han salido de la maleta, porque nunca las llegué a necesitar-.


Y peor todavía es cerrarlas. Después de un buen rato haciendo uso de mi fuerza bruta para unir las dos partes del equipaje, todo se soluciona con un simple clic. En efecto, así de cruel, así de descorazonador. Todo un año completo se resume en un jodido ruidito de cerradura. Clic. Y ya está, apaga y vámonos, que eso es todo amigos y sanseacabó.


Pero no. En realidad, ese clic tiene más sentido de lo que parece. Porque ese clic, ese sencillo clic, ese clic sin más pretensiones, ese clic que no se esconde bajo disfraces de ruidosos clocs, de pomposos clacs o de elegantes clucs, amaga en el fondo la sencillez de cuando todo encaja sin más, de cuando todo adquiere un sentido, de cuando las dos mitades del equipaje se unen. El desenlace éste y el comienzo aquel. La marcha y la llegada. El hoy y el muy anteayer, todo entrelazado en un solo clic.


Clic. Aquel avión despegando de Barcelona, con el horizonte matutino anaranjado por el sol y aguado por las lágrimas de la despedida. Clic. El recibimiento en Bogotá de Andrés con su cartelito de Efe en un aeropuerto caótico, que ahora no me lo parece tanto. Clic. Cuando en la primera noche explorando el barrio, a dos manzanas del hotel nos encontramos de repente con unos ventanales con el símbolo de la agencia, que tantos miedos, desafíos y sueños evocaba. Clic. Esos mismos miedos, desafíos y sueños que me ha tocado enfrentar cada día, con más o menos éxito dependiendo del caso. Clic. Bogotá la caótica, que ahora me parece la más plácida del mundo. Clic. Las noches con sabor a ron y aguardiente, a salsa y vallenato, a abrazos y sonrisas. Clic. Cata y Andrés. Clic. Los días de soledad, de demasiada soledad, en los que todo parecía más pesado, más lento y menos apasionante. Clic. Los viajes al Paraíso, esos en los que El Dorado deja de ser leyenda, en los que comes pescado en la orilla de la playa y saludas a la gente desconocida que se cruza contigo. Clic. Los partidos de fútbol de cada miércoles, la lluvia interminable durante meses y meses, mi primera casa independizado y el empezar a beber cerveza de forma habitual. Clic. Medellín, la que me enamoró. Clic. Echar de menos a mi familia, mis hermanos, mis amigos, mi perro, mi Barcelona y todas esas cosas a las que uno agrega el tan significativo posesivo "mi". Clic. Sentirme más catalán que nunca, más español que antes y más colombiano de lo que pensaba. Clic. Sentirme y aprender a ser periodista. Clic. Despedirme de lo que ha sido, sin duda, mucho más que mi nueva casa, mi nueva ciudad y mi nuevo país, y todas esas cosas de las que te sorprendes poniendo un posesivo delante, pues de repente ya las sientes tuyas para siempre. Y clic.


Ahora lo entiendo. Ese último ruido, el que cierra el círculo, es un sonido tranquilo, armónico. Siento tristeza por irme, pero al mismo tiempo estoy extrañamente tranquilo. Sé que he aprovechado la experiencia al máximo y que no puedo arrepentirme de nada, pese a que sé que todo está aún por hacer a esta orilla del mundo. Me voy, pero nunca acabaré de marcharme del todo. Porque, como diría Machado si hubiera sido becario de La Caixa, "Becarito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las mil Colombias ha de robarte el corazón". Cuál de ellas, es cosa tuya, becarioquemesustituye. Pero eso ya lo descubrirás por ti mismo, aunque puede que no lo hagas hasta el último minuto, cuando escuches, sin esperarlo, ese último, cruel, efímero y hermoso clic.



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