23 abril 2010

Miradas en blanco y negro en una Colombia teñida de rojo


Con los incómodos disparos de su cámara como única arma, el fotoperiodista colombiano Jesús Abad Colorado trata de destapar con una mirada en blanco y negro esa Colombia teñida de rojo por el conflicto interno que la desangra, ese "espejo roto" al que ciudadanos, medios y políticos parecen no querer mirar. Una guerra en la que confluyen guerrilla, Ejército, narcotraficantes y paramilitares, oculta bajo el velo de la banalización de los medios, el silencio de los gobernantes y el agotamiento de la ciudadanía, que enmudecen los gritos de desesperación de miles de colombianos salpicados a diario por el conflicto armado. Sin embargo, como en una de sus fotografías, Abad es esa niña de mirada descarada que observa directamente a la cámara a través de un agujero de bala en uno de los cristales de la ventana de su casa.


"Creo que el dolor de los desplazados, de las masacres y de tanta tragedia que vivió Colombia saturó de alguna manera a la gente, no querían ver más", dice Abad. "Pero cuando uno tiene la posibilidad de mirarse en el espejo que ha dejado la guerra, un espejo roto que nos está reventando en la cara, ve eso enfrente y todo el dolor que ha producido, yo creo que debe preguntarse: quiénes nos han gobernado y han permitido que esto llegue hasta aquí?".


Dieciséis años de imágenes en blanco y negro para hacer reflexionar a los colombianos, pues fue precisamente esa carencia de reflexión y de análisis lo que le llevó a abandonar el periodismo en los medios de comunicación e iniciar un camino en solitario con el fin de detenerse a "narrar", a estar "al lado de los que más han sufrido". Y es que triste de que los periodistas olviden su profesión y se limiten a acusar a narcotraficantes, guerrilleros y paramilitares como únicos causantes del conflicto, Abad se pregunta cuál es la responsabilidad del Estado y los políticos, impunes en un país en que "periodismo y poder van de la mano". "Lo que hago -recalca- es documentar los hechos desde todas sus caras y facetas, no para decir quién es peor o quién es mejor, sino para mostrar los efectos perversos que tiene la guerra sobre la vida colombiana. El periodismo no es para ver solo con un ojo".


Por ello, con su cámara trata de reflejar todos los aspectos y consecuencias del conflicto, ya sea desde la más cruel de las muertes a la más esperanzadora de las sonrisas de un niño cuya familia sufre los efectos del desplazamiento forzoso, pero fotografiando siempre desde la ausencia de todo color, como si quisiera evitar cualquier desvío de atención y mostrar solo la realidad cruel de un conflicto que a veces se torna invisible, camuflado por esa Colombia que parece ser solo "pasión" según los medios y el Gobierno, pero que "más allá de cascadas, arco iris y bosques" oculta comunidades que son desplazadas y asesinadas a diario. "No es justo que la gente pierda el territorio y la vida con el silencio de los medios", lamenta este fotoperiodista de Medellín, que admite haberse sentido "muy solo", sobre todo por no poder llegar a muchos lugares en los que se debe contar lo que está sucediendo.


Cuando finaliza una de sus conferencias en el II Congreso Mundial de Trabajo Psicosocial en Desaparición Forzada, Procesos de Exhumación, Justicia y Verdad, que se ha celebrado estos días en Bogotá, un grupo de mujeres se acerca a Abad y le ruegan que acuda a Nariño, una de las regiones colombianas más azotadas por la guerra, para documentar las injusticias y atrocidades que ahí se están produciendo. Abad les entrega su contacto y les promete acudir lo antes posible para ayudar a destapar otro silencio más. En definitiva, para que el rojo invisible de Colombia se haga evidente en el blanco y negro de su mirada.


(La entrevista publicada completa, aquí, y el vídeo, aquí)


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